Los inicios nunca son sencillos. Tras dedicarse al baile desde muy temprana edad, la directora de Go Dance, Sara Iglesias, descubrió en la danza una herramienta de conexión social. Trabajando como educadora social en barrios marginales de la capital, observó la decadencia de jóvenes que no disponían de los medios necesarios (ni económicos ni afectivos) para plantear su futuro. Fue entonces cuando encontró su particular vocación: la integración de niños y niñas en la sociedad a través del baile.

Reclutando jóvenes a través de la danza, con un seguimiento personalizado, familiar y escolar, cosechó tan buenos resultados que logró que su proyecto viviera durante ocho años.

Después de aquella experiencia y no satisfecha con la gran labor conseguida, decidió trasladar el proyecto a entidades mayores. Años después, abrió el círculo de la danza a otros colectivos: mujeres, menores discapacitados, inmigrantes... A través de todas estas experiencias, descubrió grupos de danzas africanas y tribales y la conexión de la danza con cada individuo y con el entorno. Tras mucha investigación, concluyó que la mayoría de eventos relacionados con el baile y la música estaban destinados a personas adultas. "¿Y qué pasa con los más pequeños?", pensó.

Es así como nació la idea de este campamento, ubicado en un espacio rural, dedicado principalmente a los más pequeños, pero adaptado a padres, madres, a toda la familia, con el objetivo de conectar a través de la danza y la naturaleza, autoconocerse, fortalecer los vínculos familiares, conocer diversidad de estilos y culturas y, sobre todo, recuperar la energía invertida durante el curso escolar.